Reflexiones sobre don Juan - Entrevista a Carlos Castaneda

Don Juan puede señalar las cosas con precisión. Tiene la capacidad de reír exhaustivamente de algo y machacar un tema hasta agotarlo. Lo que le falta es la tragedia del hombre occidental. Con eso me refiero a que la mayoría de nosotros somos figuras trágicas, seres sublimes arrastrándonos en el lodo. Don Juan no lo es. Es un ser sublime, me lo dijo él mismo.

Revista Magical Blend #40 - Octubre 1993

Reflexiones sobre don Juan, por Carlos Castaneda

Los libros de Carlos Castaneda acerca de su aprendizaje con el brujo yaqui mexicano don Juan Matus han cautivado a los lectores por más de veinte años. Tal vez más que ningún otro autor o chamán moderno, Castaneda ha influido en toda una generación para aceptar la existencia de realidades alternas y posibilidades mágicas. El hecho de que un número de Magical Blend de 1986, que contenía una entrevista con Castaneda, siga siendo nuestra edición más vendida, sugiere el grado de su influencia. Siempre esquivo y misterioso, Castaneda no hace apariciones públicas y rara vez concede entrevistas. Su último libro (El Conocimiento Silencioso) fue publicado en 1987. Más recientemente, las compañeras brujas de Castaneda, Florinda Donner y Taisha Abelar, han aportado sus propios relatos de la tutela de don Juan. Este agosto, Harper Collins publicará el octavo libro de Carlos Castaneda, El arte de ensoñar, en el cual el autor ordena quince años de recuerdos semiocultos de sus aventuras en la “segunda atención”.

Cuando primero oímos hablar del próximo libro de Castaneda, empezamos a solicitar a su agente y a su editorial una entrevista. Tan esquivo como siempre, Castaneda aún no ha respondido. Afortunadamente, una conversación fortuita con David Christie (quien colaboró en los libros de Richard de Mille "Castaneda's Journey—The Power and the Allegory" y "The Don Juan Papers") reveló la existencia de una transcripción en la que Carlos Castaneda reflexiona sobre su tutor yaqui. Considerando que El arte de ensoñar sugiere (aunque no lo declara explícitamente) que don Juan ha dejado este mundo, el hallazgo de Christie parece particularmente oportuno. Lo compartimos aquí para abrir el apetito de los lectores que esperan la publicación de El arte de ensoñar y, con suerte, una futura entrevista con el propio Castaneda.

Cuando conocí por primera vez a don Juan, yo era estudiante universitario haciendo trabajo de campo. Él siempre fue muy amistoso y muy consistente. Tenía un gran sentido del humor; esa fue mi impresión guía de él, pero nunca sospeché que supiera nada más allá de tener conocimiento en el uso de plantas con fines medicinales. Pero don Juan me humilló. Desmontó completamente mi afiliación al hombre intelectual. Aunque nunca me pensé a mí mismo como el antropólogo que viene a mirar por encima del hombro a los indios, fue un gran choque cultural descubrir que yo no sabía nada en comparación con lo que él sabía.

Don Juan siempre ha sido capaz de desconcertarme bromeando conmigo. Nunca toma nada en serio. A don Juan le gusta pensar que su predilección es hablar. Le gusta hablar. Pero, ante todo, es un cazador, metafórica y literalmente. Eso se refleja en su manera de hablar; está alerta y siempre en punta, nunca deja pasar nada más allá de él.

Para don Juan, la vida es un juego de estrategia. Es capaz de reunir sus ejércitos y usarlos de la manera más eficiente. No es un hombre que tome atajos, pero su gran lema es la eficacia. Organiza su vida estratégicamente. De esa forma, dice, si pierdes, todo lo que pierdes es una batalla. Para mí es diferente, porque si pierdo, me siento violado. La derrota no es mala, pero ser violado, eso es terrible; eso es horrendo. Y eso es lo que todos hacemos: somos violados por los cigarrillos; somos violados por la comida; todos somos violados por ciertas cosas. Pero no don Juan. Para él, tal cosa es una indulgencia que no puede permitirse. Yo solía preguntarme cómo podía reducir sus indulgencias a nada y aun así vivir muy bien. Creo que el truco está en que él no se entrega a indulgencias, pero tampoco se niega nada. No es frugal; simplemente no se entrega a excesos.

Tengo una discusión constante con su nieto, que dice que su abuelo es de mente débil. Yo le dije: “Sabes, quizás estés equivocado. ¿Crees que podrías acercarte sigilosamente a él?” Y el joven, Fernando, responde: “No. No puedes acercarte sigilosamente a mi abuelo; él es un brujo.” Es absurdo. ¿Cómo puedes pensar que es de mente débil y al mismo tiempo decir que no podrías acercarte sigilosamente a él?

Don Juan mantiene a todos bajo una especie de control. Nunca me pierde de vista. Siempre estoy dentro de su campo visual. Y es un proceso automático, totalmente inconsciente. Tiene unos ojos muy penetrantes cuando te mira. La mayor parte del tiempo entrecierra los ojos o parece esquivo, pero es muy enérgico y muy alerta.

Don Juan puede señalar las cosas con precisión. Tiene la capacidad de reír exhaustivamente de algo y machacar un tema hasta agotarlo. Lo que le falta es la tragedia del hombre occidental. Con eso me refiero a que la mayoría de nosotros somos figuras trágicas, seres sublimes arrastrándonos en el lodo. Don Juan no lo es. Es un ser sublime, me lo dijo él mismo. Una vez tuve una gran discusión con él acerca de la dignidad. Yo le dije que yo tengo dignidad, y que si iba a vivir sin dignidad, me volaría la cabeza. Lo decía en serio. Él dijo: “Eso es un disparate. No entiendo eso de la dignidad. Yo no tengo dignidad. Soy un indio; solo tengo la vida.”


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