Entrevista Radial a Taisha Abelar en 1993

Existen muchas técnicas de meditación que apagan el diálogo interno, pero eso no es suficiente. Eso es algo que quisiera aclarar: tener silencio interno está muy bien, pero ¿qué ocurre cuando vuelves al trabajo y estás rodeado de gente y de un jefe enojado, o en casa con tus hijos y todos gritan? Debes ser capaz de mantener el silencio, la ecuanimidad y la resolución en cualquier situación. Por eso siempre se nos enviaba de vuelta a situaciones laborales o académicas, donde practicábamos aquietar el diálogo interno.

Entrevista en KVMR Radio (17 de octubre de 1993)

Hanes Ealy: Taisha, estamos al aire. Bienvenida al programa Earth Mystery Show.

Taisha Abelar: Bueno, es un placer estar aquí, y antes de comenzar —sé que ya anunciaste mi nombre y diste algún tipo de introducción— pero me gustaría decir mi nombre otra vez, porque siempre comenzamos nuestras charlas y entrevistas diciendo nuestros nombres. Mi nombre es Taisha Abelar, y lo decimos porque es un sueño.
Los brujos dicen que cuando una persona alcanza las etapas finales del ensoñar, es lo que ensueña, y por lo tanto Taisha Abelar es el sueño que yo estoy ensoñando; así que, por razones mágicas, siempre comenzamos diciendo nuestros nombres, nuestros nombres mágicos.

HE: Iba a pedirte que hicieras eso, porque sabía que querrías hacerlo de todos modos.

TA: Está bien, gracias.

HE: Ya que estamos hablando del nombre, déjame preguntarte un poco más sobre eso. Tú conociste a don Juan, el brujo yaqui sobre el que Carlos Castaneda escribió diez libros. Lo conociste bajo el nombre de John Michael Abelar, ¿verdad?

TA: Sí.

HE: ¿Y qué significa el nombre Abelar?

TA: Bueno, Abelar en realidad es una línea, un nombre que se da a los acechadores del linaje de don Juan. Si te has fijado, también aparece el nombre Grau.

HE: Cierto. Florinda Donner Grau y tu maestra, o tu introducción al mundo de los brujos, Clara Grau.

TA: Sí. Entonces, a los acechadores se les daba el nombre Abelar, y a los ensoñadores se les daba el nombre Grau. Se van alternando de generación en generación; incluso los naguales llevan el nombre Grau. El nagual Julián era Julián Grau, y así, en cada generación, el nombre alterna. Pero esos nombres son solo designaciones que indican la predilección de la persona, si debe ser un ensoñador o un acechador.

HE: Pero don Juan también usó el nombre Dilas Grau, ¿no es así?

TA: Sí.

HE: Entonces él sería…

TA: Grau, es decir, Carlos usa ese nombre. Carlos usó el nombre Dilas en algunos de sus... En realidad los nombres no... Usamos muchos, muchos nombres diferentes, dependiendo de cuál sea nuestro propósito.
Así que ahora soy Taisha Abelar porque este es el sueño que estamos ensoñando ahora, pero esas cosas cambian, y los nombres solo significan el intento que se ha establecido. Es como una amalgama de un intento particular, y ese nombre activa ese sueño.

HE: Creo que por lo que he leído entiendo qué es el acecho, pero para los oyentes que no saben qué significa, ¿podrías darnos una breve descripción de qué es el acecho?

TA: Sí. El acecho es realmente… eh, lo que ocurre cuando el punto de encaje se mueve. Ahora, creo que tus oyentes deberían estar familiarizados con el término “punto de encaje”. Es esa posición en el cuerpo luminoso… Cuando ves el cuerpo luminoso como un conglomerado de energía, hay un punto en él que está muy iluminado, y ese es el centro de la conciencia. Los brujos lo llaman el punto de encaje.

Cuando ese punto se mueve durante el ensoñar —porque se mueve naturalmente durante el sueño—, uno debe ser capaz de mantenerlo en una posición el tiempo suficiente para amalgamar o reconocer esa nueva realidad. Porque si se desplaza al azar, la percepción también es aleatoria, como en los sueños comunes, donde las imágenes son caóticas.

El acecho, entonces, es la capacidad de mantener el punto de encaje fijo en una posición determinada después de que ha sido desplazado mediante el ensoñar. Por eso, en realidad, ambos van de la mano.

La gente dice: “Bueno, ella es una acechadora, Florinda Donner Grau es una ensoñadora”. No, somos ambas cosas. Y por eso los nombres no son rígidos ni fijos. Todo ensoñador tiene que ser un acechador, porque si no posee la disciplina o la habilidad para mantener el punto de encaje fijo en una posición particular, la energía se dispersa y uno no puede percibir ninguna realidad, ni siquiera la propia.

Porque lo que hacemos ahora, en esta realidad cotidiana, es acechar. Estamos acechando nuestro mundo, el mundo de la vida diaria, manteniendo nuestro centro energético —o punto de encaje— fijo en una cierta posición que nos permite percibir el mundo cotidiano.

Y el acecho, en otro nivel, es también la capacidad de, digamos, darle forma a la realidad que percibimos mediante el nombrar, categorizar y crear orden. Eso es lo que hace un acechador: toma las percepciones que le llegan directamente a través de su cuerpo energético, y construye a partir de ellas un orden, una estructura reconocible y real —tan real como la realidad de todos los días—, porque eso también es acecho. Solo que lo aprendimos muy temprano, cuando aprendimos a amalgamar la percepción, y también aprendimos a acechar para poder crear el acuerdo de que este mundo, cualquiera que sea, es real.Y los brujos practican el acecho en otras posiciones del ensueño.

HE: Por lo que he sabido, tú has adoptado algunas posiciones muy interesantes en tu vida, y si me permites contarle a los oyentes sobre una de ellas, fue la de Sheila Waters, esa admirable mujer de negocios…

TA: Ah, sí. Tú viste una demostración de eso.

HE: La vi, y si me permites contar una pequeña anécdota: después de que fuiste Sheila Waters y regresaste a ser Taisha Abelar, me acerqué solo para jugar un poco contigo y te pregunté: “¿Sheila Waters serviría café a los hombres?”

TA: Ah, sí, lo recuerdo.

HE: Y te convertiste instantáneamente en Sheila Waters; ni siquiera hubo una fracción de segundo de demora antes de que me respondieras como Sheila Waters. Tu acecho fue perfecto.

TA: Por supuesto, fuimos muy bien entrenados. Quiero decir, toda nuestra vida adulta, en realidad, transcurrió en el mundo de los brujos, y eso es lo que nos hemos convertido. Hemos estado ensoñando distintas posiciones; por eso digo que el nombre Sheila Waters es el nombre de una posición del punto de encaje, una posición de ensueño.

Para pasar de una posición a otra, el punto de encaje debe ser absolutamente fluido. El acecho lo mantiene, de modo que parece tener cierta rigidez asociada, pero no es rígido como lo somos en la vida cotidiana, donde sostenemos este mundo como si fuera el único mundo, esta realidad como la única realidad, y somos incapaces de soltarla.

Especialmente, digamos… las mujeres tienden a ser más fluidas, porque no son las baluartes del orden social, mientras que los hombres —simplemente porque la realidad de la vida cotidiana así lo exige— necesitan ser los sostenedores de las grandes instituciones, que son, en realidad, instituciones creadas dentro del dominio del intento y de la conciencia.

Incluso nuestros sistemas políticos, religiosos, legales, médicos… todos esos son ámbitos en los que hemos puesto energía y hemos construido lo que los sociólogos llaman “glosas” o estructuras interpretativas, estructuras de interpretación que deben mantenerse en su lugar mediante la energía —una energía intersubjetiva— para que todos podamos estar de acuerdo en lo que hacen los políticos, o en lo que se hace en cualquier otro aspecto de la vida.

Los acechadores, entonces, se introducirían en cualquiera de esas áreas para descubrir cuál es la estructura, cuál es el sistema interpretativo, y lo harían energéticamente, no solo intelectualmente —porque, claro, tampoco en nuestra vida diaria hacemos nada de esto solo de forma intelectual: somos los políticos, somos esas cosas—.Así que un acechador descubriría energéticamente las ramificaciones de cualquiera de esas estructuras y luego las reproduciría energéticamente.

Pero, volviendo a lo que decía: los hombres necesitan sostener esas estructuras, por eso sus puntos de encaje están muy fijos, rígidos, y les resulta difícil moverlos. Ellos son los acechadores magistrales.

Para ellos es más difícil ensoñar, aunque, por supuesto, sueñan hacen durante la noche. Pero si van a ensoñar como lo hacen los brujos, tendrían que pasar por las siete puertas del ensueño, que Carlos Castaneda describe en su libro El arte de Ensoñar. En él detalla cada una de las puertas que el brujo masculino debe atravesar para mover su punto de encaje.

Ahora bien, las mujeres no tienen que pasar por esas siete puertas; ellas pueden ensoñar de una manera mucho más natural, porque su punto de encaje es más fluido. Incluso durante el ciclo menstrual, el punto de encaje ya empieza a moverse ligeramente de su anclaje, de modo que las mujeres pueden percibir otras cosas más fácilmente, cosas que no son permitidas dentro de nuestro marco social.

HE: Para obtener la energía necesaria para ensoñar o para lograr un acecho perfecto, en tu libro mencionas —o al menos Clara te dice en The Sorcerers’ Crossing— que la mujer debe ser célibe. ¿Eso también es cierto para los hombres?

TA: Bueno, esta pregunta siempre está cargada, por supuesto, de todo tipo de apegos y compromisos emocionales. Depende —y esto nos lleva de nuevo a la concepción de los brujos (bueno, no es una “idea”, ellos la han descubierto viendo)— de cuánta energía tiene una persona.

Si una persona fue concebida con una gran descarga de energía, por supuesto proveniente de sus padres, entonces puede que tenga energía en exceso, de modo que no necesite ser célibe. No estamos diciendo que la gente no pueda casarse o tener familias ni nada por el estilo. Hay otras vías por las cuales pueden expresar su impecabilidad o su entrenamiento de brujo.

Pero si una persona no posee la energía inicial que se le dio en la concepción, entonces es mejor conservarla y usarla para ensoñar.

Para practicar el ensueño, los brujos usan la energía sexual original, y esta se transforma en el cuerpo energético.

Todos comenzamos con esa energía básica. Por eso, cuando hablamos de la recapitulación —el proceso de recuperar la energía que se gastó y que todavía está atrapada en el pasado—, se nos dijo que todos debíamos hacer una lista de nuestros encuentros sexuales, porque esa es la energía fundamental que luego puede utilizarse para realizar otros actos de brujería, como ensoñar o adquirir silencio interno.

Porque si uno no tiene energía, no puede estar en silencio. Suena como una contradicción, pero nuestro diálogo internoes como algo que se enciende y simplemente sigue, sigue y sigue, y se necesita energía para detenerlo, porque es un mecanismo autopropulsado que mantiene en movimiento la estructura social, el orden social.

Nuestro diálogo interno —si prestamos atención— es realmente una reafirmación constante del mundo tal como lo percibimos, y especialmente de nuestro lugar en él, de cómo nos vemos a nosotros mismos, de lo que queremos.

Don Juan siempre decía que hay una disfunción, un deterioro, que ha ocurrido porque se da demasiada importancia al yo, y eso no debería ser así si quisiéramos funcionar con eficiencia en la vida. Es un desequilibrio: se está dedicando demasiada energía a la defensa del yo.

Es como una gran boca allá afuera que grita: “¡Yo, yo, yo, yo!”, y no para nunca.Y ese “yo” o “mí” debe ser alimentado constantemente, y eso consume una cantidad tremenda de energía.

Todas nuestras horas de vigilia están dedicadas, en una u otra forma, a defender el yo, sostener el yo, presentar el yo ante los demás, o en el ámbito del apareamiento y la reproducción: buscar amor, relaciones, matrimonio, descendencia.

Existe un mandato biológico de reproducirse, pero también hay un mandato de evolucionar.Y, dadas las condiciones actuales del mundo, reproducirse casi parece menos lógico o menos beneficioso que redirigir esa energía hacia la evolución, hacia alcanzar otras posiciones del punto de encaje, que en cierto sentido recargarían al ser humano, le darían una sacudida energética que tanto necesita en esta época en la que todo —incluso el planeta— se encuentra en un bajo nivel energético, con los recursos agotándose y los cuerpos físicos en deterioro.

Así que existe ese mandato de evolucionar y de usar otras áreas de nuestra totalidad, de nuestro potencial como seres conscientes. Y para ello hay que mover energía lejos de las áreas dedicadas a reforzar el yo, la imagen del yo, ese “yo en el espejo”, siempre asegurándonos de no perder prestigio, de no ser humillados, de no ceder ante los tiranos mezquinos de la vida diaria… Todo eso consume energía.

Entonces, el primer paso, si queremos hacer —podemos llamarlo brujería, aunque no es necesario usar ese término—, si queremos expandir nuestra percepción, es redistribuir la energía que actualmente se desperdicia en esas áreas que absorben la mayor parte de nuestra fuerza vital, y moverla hacia otros lugares.

HE: Tengo un par de preguntas más, solo preguntas técnicas. La primera es sobre recapitular la vida. Uno empieza haciendo una lista de todas las personas que ha conocido o con las que ha tratado, especialmente de sus parejas sexuales...

TA: Sí.

HE: Entonces, en cuanto al proceso en sí, uno toma una respiración profunda comenzando con la cara hacia el hombro derecho, luego barre hacia el hombro izquierdo inhalando profundamente, y exhala mientras vuelve al hombro derecho. ¿Y luego qué?

TA: Luego vuelves la cabeza al centro.

HE: Bien. En algunos lugares —creo que fue en tu libro o quizá lo mencionó Carol Tiggs— se habla de una respiración de barrido, donde uno mueve la cabeza de un lado a otro un par de veces sin respirar después de volver al centro. ¿Es así...?

TA: Sí. Ahora, el aspecto técnico de la respiración no es tan crucial, ni tampoco el lugar donde se hace la recapitulación, y esto debo señalarlo porque siempre surge la pregunta:“Bueno, yo no tengo una cueva donde pueda retirarme un tiempo para hacer la recapitulación”.

La recapitulación es una técnica maravillosa de brujería que fue transmitida por los antiguos brujos con el propósito de liberar la energía atrapada en el pasado, en nuestro yo recordado, en nuestra historia personal. Ese es el intento que se establece.

Lo más importante de la recapitulación es tener integridad interna, un propósito inflexible, y vincularse con ese intento, el intento que ya está ahí, el que está en nuestros libros, el que ya fue dispuesto.El cómo, dónde y cuándo se haga depende, por supuesto, de las circunstancias individuales.

HE: Claro.

TA: Porque no todo el mundo vive en el desierto, y no todos...

HE: ¿Así que uno podría recapitular en el auto mientras conduce, sin hacer la respiración, siempre que el intento sea correcto?

TA: Florinda Donner Grau hizo una enorme recapitulación viajando en autobús por México, bajando hacia Oaxaca, bajo circunstancias horrendas, si conoces cómo son los autobuses...

HE: Sí, he viajado en ellos.

TA: Y se hacen muchísimas recapitulaciones distintas. Nosotros seguimos recapitulando hasta hoy.Caminando por la calle, si algo te dispara un recuerdo, recapitulas. O si estás en el trabajo y tienes un descanso, recapitulas allí.

La razón por la que se dice que uno debe comenzar con una lista —y en realidad lo ideal es empezar con algún tipo de estructura— es porque nuestra concentración no está muy afinada al principio, y la lista cumple dos funciones.

Primero, empezamos con las experiencias sexuales, porque, como dije antes, esa es la energía principal que te ayudará, la que te dará la energía para trabajar en las demás áreas.

La lista sirve como una matriz para enganchar tu concentración, y el simple hecho de crear una lista de todas las personas que has conocido en tu vida requiere una gran concentración. De algún modo también te pone a prueba:“¿Realmente quieres hacer la recapitulación?”Mucha gente comienza la lista y luego la abandona, porque implica demasiado esfuerzo o porque en realidad no están comprometidos.

La lista la establece, y luego, a partir de ella, buscas un lugar donde, si es posible, haya tranquilidad y algo de presión sobre el cuerpo energético.Desde el punto de vista de los videntes, el huevo luminoso se extiende aproximadamente a la distancia de los brazoshacia ambos lados, al frente, y forma un círculo: ese es el tamaño del huevo luminoso.El punto de encaje del ser humano está hacia atrás, entre los omóplatos, a una distancia de un brazo.

Así que si te sientas en un auto, o en una cueva pequeña, o en un armario, o incluso en una ducha o una caja grande, notarás cierta presión sobre el cuerpo energético, y por eso los brujos dicen que, idealmente, es recomendable sentarse en algo así.Te mantiene alerta, estimula el cuerpo energético, pero no es obligatorio hacerlo de esa manera.Las personas con claustrofobia no se sentirían cómodas en espacios reducidos, así que pueden hacerlo en cualquier sitio, en cualquier lugar donde puedan concentrarse.

La respiración que acompaña el proceso —en mi contexto la llamo respiración de barrido— porque barres, y eres en realidad como una escoba gigante: sientes que hay fibras (usando tu cuerpo energético, claro) que están siendo liberadas de residuos.Esa es la sensación que se obtiene después de recapitular un tiempo, porque comienzas a percibir tu cuerpo energético.

La recapitulación es una técnica que actúa directamente sobre el cuerpo energético.

Y sí, puedes empezar en el hombro derecho, inhalando, y luego barres hacia el hombro izquierdo. Al inhalar, recuperas todo lo que… la energía que quedó atrapada, mientras visualizas, por supuesto.

Primero tienes que recrear la escena:ver, visualizar todos los detalles posibles —el lugar, los muebles, las cortinas, la televisión, la alfombra, las paredes—; luego te colocas a ti mismo en la escena, junto con las personas que estaban allí, y observas por un momento, ves lo que ocurre.
Te ves en acción, como dicen los brujos.Y esta es la única manera real de verte a ti mismo.

(sin audio)

De izquierda a derecha, simplemente devolviendo todo eso, y luego llevas la cabeza al centro. O algunas personas comienzan en el hombro izquierdo e inhalan barriendo hacia la derecha, y exhalan barriendo hacia la izquierda.

HE: Permíteme decirles a los oyentes que quizá acaban de encender la radio que este es el Earth Mystery Show, soy Hanes Ealy, y nuestra invitada hoy es Taisha Abelar. Taisha Abelar ha escrito un libro llamado The Sorcerers' Crossing. Estamos hablando de algunas de las técnicas descritas en ese libro, y esto es KVMR 89.5 FM.
Tengo otra pequeña pregunta técnica que me ha intrigado desde que leí tu libro, y es sobre el perro Manfred. En el libro, don Juan dijo que él era parte de su grupo de brujos...

TA: Sí.

HE: Y, eh, parecía uno de los personajes más maravillosos del libro. Cuéntame un poco sobre Manfred.

TA: Sí. Manfred fue, y es, porque su conciencia aún...

HE: ¿Un perro?

TA: ...existe. No, él logró irse con el grupo de don Juan. Era un antiguo brujo que trató de hacer el cruce. Los antiguos brujos, a través del ensueño, por supuesto, tomaban diferentes formas para practicar el ensueño, y esas formas eran diferentes posiciones del punto de encaje. Pero, dependiendo de su energía y su impecabilidad, algunos quedaban atrapados en distintas posiciones de ensueño y no alcanzaban la meta final, que es la libertad total.

Manfred era un brujo que quedó atrapado en una posición de ensueño que correspondía a la formación energética de un perro. Tuvo suficiente energía en el momento de la muerte o disolución como para entrar en esta forma de perro, de modo que su conciencia no se perdiera totalmente. Fue como una ruta de escape que utilizó, y por supuesto, era uno de los casos más trágicos, porque su conciencia era muy aguda, pero su forma física estaba tan limitada, y él se enfurecía, se enfurecía muchísimo.

Pero en un plano energético —y esta es una buena pregunta, porque cuando percibimos las cosas, las percibimos con la forma de objetos físicos— interactuamos con perros, árboles, personas, cosas, objetos. Pero nuestros cuerpos energéticos pueden percibir la energía. Y los brujos —don Juan y especialmente Emilito, quien realmente consideraba a Manfred como su protegido, su pupilo en cierto sentido— interactuaban con él en un nivel energético, así que él no era un perro, era un ser energético, una entidad.

Así que cuando yo estaba en la casa de Clara, algo en mi cuerpo, que solo puedo explicar como afecto o compasión, me permitió trascender la visión de Manfred como un perro. En realidad no me gustan los perros. Siempre les he tenido miedo desde la infancia, cuando no fui atacada por uno, pero sí un perro se me tiró encima jugando y me aterroricé. Pero había algo en Manfred que me permitía ver que no era un perro. Había un vínculo energético de afecto puro, porque ambos éramos casos trágicos, y en ese sentido hicimos un pacto y dijimos: quien llegue primero a la libertad, al nivel de energía necesario, ayudará a tirar del otro. Y ese pacto permanece.

Los pactos y acuerdos entre brujos —o potenciales brujos— duran para siempre, por toda la eternidad. Trascienden el ámbito de la vida cotidiana, porque ese no es el ámbito que realmente nos interesa; queremos salir de este ámbito.

Así que el afecto, los votos y los acuerdos de ese tipo, el propósito, tienen que trascender lo ordinario, el nivel de la vida cotidiana. No nos interesa dar amor en los términos humanos, ese amor que se reemplaza tan pronto como se encuentra algo mejor. El afecto de los brujos permanece para siempre, no puede ser reemplazado. No se puede cambiar la cabeza de la persona y decir “ahora amo a otro”. Esos votos permanecen eternamente, y tenemos este acuerdo, y yo sigo en contacto con Manfred porque él me está ayudando a ser impecable.

Él se fue con el grupo de don Juan cuando partieron. Cuando alcanzaron cierto punto sintieron que era... el momento de irse, estaban listos, y pudieron hacerlo porque tenían la masa suficiente para salir del ámbito de la vida cotidiana, lo cual, en realidad, significa que habían perfeccionado todas esas otras posiciones de ensueño y sus cuerpos de ensueño hasta tal punto que pudieron irse con su conciencia intacta. Y, por supuesto, Manfred ahora es el brujo que siempre fue, pero ahora tiene a su alrededor la masa de otros seres, no personas, sino otros brujos. Pero sí... definitivamente mantenemos este vínculo, y él me está ayudando a ser impecable. Así como yo...

HE: Me encantan los perros y me encanta la “perrunidad”, y todo lo que hizo Manfred en ese libro lo recuerdo todavía como la mejor parte.

TA: En realidad él me protegía y me llevaba, me mostraba cosas. Al principio, por supuesto, no lo creía, pensaba que era un perro, porque mi mente racional —nuestra mente racional— es tan fuerte... los “glosses”, volviendo a este término, las “glosas” o recubrimientos que hemos construido para hacer que el mundo de la vida cotidiana sea perceptible y aceptable, son por supuesto tan fuertes, les damos toda nuestra energía a esas...

HE: ¿Glosas?

TA: ...construcciones. En este punto de nuestra vida diaria, los seres humanos damos toda nuestra energía a...

HE: La masa del yo.

TA: ...mantener el mundo en orden. Por eso vemos perros, árboles y cosas así. Romper ese sesgo perceptual requiere recapitular, requiere energía.

HE: Permíteme tomar otra dirección aquí, para los 20 minutos que nos quedan.

TA: Sí.

HE: No estoy seguro de si conoces las obras de Bob Monroe. Fue uno de los primeros invitados en mi programa. Escribió libros como Journeys Out of the Body y Far Journeys, básicamente sobre lo que él llamaba “viajes astrales”. Su técnica, que enseña a la gente, consiste en recostarse, relajarse totalmente hasta alcanzar una condición que él llama “cuerpo dormido, mente despierta”. Y durante ese proceso tomas toda tu basura pasada —todo lo que se te ocurra—, imaginas un contenedor de basura, un tacho, y visualizas todo eso, lo tiras allí y cierras la tapa, para tratar de liberarte de todos esos apegos.

Luego visualizas tu cuerpo energético, las fibras luminosas de las que hablan los brujos, e intentas poner tanta energía allí como puedas, y desde ese punto haces varias técnicas para salir del cuerpo. Básicamente, te conviertes en un foco de conciencia fuera del cuerpo que puede viajar a cualquier parte del universo y hacer lo que quiera. ¿En qué difiere eso del soñar consciente o de la idea de ensoñar de los brujos?

TA: Si miramos el libro El arte de ensoñar, allí está realmente toda la estructura de lo que es el proceso del ensueño según nuestra tradición de brujos. Está explicado con gran detalle. Así que diré aquí simplemente que hay muchas etapas o “puertas” del ensueño por las que uno pasa.

Lo que acabas de describir tiene similitudes con algunas de esas etapas, sí: primero necesitas recapitular. Excepto que este proceso que mencionas suena muy rápido. Recapitular no consiste en simplemente visualizar y arrojar todo a un tacho de basura; tienes que tomar cada situación, porque la energía está atrapada en cada recuerdo, en cada experiencia que hemos tenido en nuestras vidas, y está realmente atrapada a nivel tisular, celular. Cuanto más volvemos a los detalles, más liberamos todo en nuestros cuerpos, digamos “físicos”.

No nos interesa solamente el cuerpo astral o energético; primero queremos limpiar las memorias que disparan nuestro comportamiento en la vida cotidiana.

Luego viene la relajación, sí. La primera etapa del ensueño consiste en relajarse, en entrar en esa zona crepuscular entre el sueño y la vigilia, y soltar la memoria del cuerpo físico. Pero si el cuerpo físico está tan lleno de recuerdos cargados emocionalmente, si la mente —si no puedes silenciar tu diálogo interno—, entonces no podrás relajarte ni soltar, ni siquiera entrar en el estado de ensueño.

Así que todo trabaja en conjunto: la recapitulación te permite ensoñar al enfocar tu concentración, al permitir que tu cuerpo físico libere todas esas emociones cargadas y quede vacío y fluido. Luego, sí, puedes soltar, y puedes hacer el ensueño mientras duermes. Y si estás dormido, entonces necesitas tener el control de tu percepción, encontrando tus manos o cualquier otro objeto en el sueño. Pero eso en sí mismo es tremendamente difícil, a menos que ya hayas afinado tu concentración y la conciencia de tu cuerpo energético.

(ruidos de interferencia en la radio)

TA: Oh, ¿estás ahí?

HE: Sí, estoy aquí, hay algo raro...

TA: ¿Eso viene de ti o de mí?

HE: No viene de mí.

(la interferencia termina)

TA: Ah, cambié de canal.

HE: Hablando del tema de los sueños, estoy seguro de que te lo preguntan todos los días: ¿cuál es la diferencia entre el ensoñar de los brujos y el soñar lúcido?

TA: Sí.

HE: ¿Podrías explicarlo brevemente?

TA: Sí. Si realmente estás lúcido, estás haciendo el ensoñar de los brujos. Si tienes la conciencia y el control dentro de tu sueño, entonces estás ensoñando. Tu punto de encaje se movió y puedes actuar en ese sueño como si estuvieras despierto.

HE: Don Juan decía que el universo es un universo depredador, que hay algo ahí afuera que quiere tu energía cada vez que obtienes un poco más, y la segunda puerta del ensueño —el mundo de los seres inorgánicos— parece precisamente un mundo muy depredador. ¿Existe algún peligro en intentar este tipo de ensueño sin la supervisión de alguien que sepa lo que hace?

TA: No, no necesitas la supervisión de alguien que sepa lo que hace. Lo que necesitas es sobriedad y control. Tú mismo tienes que saber lo que estás haciendo, porque entras en esas etapas del ensueño solo.

Las mujeres, por supuesto, no tienen que preocuparse tanto, porque son muy fluidas: simplemente fluyen dentro y fuera, mueven su punto de encaje, y el universo, según los brujos o videntes, es básicamente energía femenina, y esos depredadores —los seres inorgánicos— buscan más la energía masculina.

Pero... aquí es donde están los peligros: puedes quedar atrapado, pero las trampas surgen realmente si te entregas, si te complaces en tus emociones. Si no has recapitulado y no eres lo bastante fluido para no entregarte a emociones como el miedo o el afecto, porque los seres inorgánicos se alimentan de nuestras emociones, quieren darnos lo que deseamos. Los seres inorgánicos son, en realidad, formaciones de energía; no debemos pensar en ellos como seres del espacio exterior. Son energía que busca energía.

Y si uno se entrega totalmente y no ha recapitulado ni tiene control, entonces se vuelve, más o menos, una víctima. Por ejemplo, digamos que en tu vida cotidiana —nosotros lo llamamos el “síndrome del Pobrecito”— siempre eres la víctima, y la gente te hace cosas, y te quejas porque el mundo no te da esto o aquello, tienes esa especie de actitud derrotista... y luego entras en el ensueño. Bueno, llevas todo eso contigo.

HE: ¿No es ese “Pobrecito Yo” la modalidad de nuestros tiempos? ¿No es algo que todos cargamos de alguna manera?

TA: Algo que todos llevamos dentro. Y todos nuestros días despiertos —la televisión, la radio, todo— refuerzan eso.

Esa es la modalidad de nuestra época: somos víctimas. En cierto sentido, es casi verdad, porque sentimos que no tenemos la energía para sacudirnos eso, y realmente no la tenemos, debido a nuestro estado de agotamiento. Es un ciclo que se cumple a sí mismo. Solo al redistribuir esa energía de la vida cotidiana —con los pases de brujería, el movimiento, el sacudir el cuerpo energético, la recapitulación—, solo mediante esas técnicas de brujería o mediante el “no hacer”, se rompe esa reflexividad, ese acuerdo intersubjetivo de “sí, soy un pobrecito, todos somos pobrecitos”.

Por supuesto, todos se refuerzan mutuamente: ofreciendo consuelo, “déjame contarte mis problemas”, “no me entiendes”, “compartamos...”. Nos sentimos bien si todos tienen problemas, y realmente amamos a la gente que está peor que nosotros, pero es muy difícil amar a alguien que es fuerte y feliz, porque entonces nosotros somos los pobrecitos y ellos deberían amarnos. Es difícil dar afecto, pero todos quieren recibirlo.

Así que estas cosas deben aclararse, limpiarse, a través de la recapitulación, del “no hacer”, del acecho de uno mismo en la vida cotidiana, antes de abordar el ensueño en serio. Si ordenas esas áreas y tienes un cuerpo energético fuerte, entonces entras en el ensueño como un guerrero, como un ser impecable —¿y qué podría tocarte?—, porque ¿qué puede tocarte en este mundo?

Si algo puede debilitarte o agotarte y despertar esas cosas de “pobrecito yo” o de “importancia personal” —“soy lo mejor que ha existido”— en el mundo cotidiano, entonces sabes con certeza que eso también aparecerá en tus realidades de ensueño.

Y ese fue el escollo, la trampa mortal de los antiguos brujos: eran ensoñadores consumados, podían ensoñar y emprender viajes tremendos a diferentes pliegues de la cinta, a distintos niveles de la realidad —capas de la cebolla, planos astrales, como quieras llamarlo, la terminología no importa—. Movían su punto de encaje por todos esos niveles, pero debido a la egomanía, a la rigidez en la afirmación del yo —y te llevas tu “yo” al ensoñar—, quedaron atrapados allí.

Fueron, digamos, “comprados” por los seres inorgánicos y se convirtieron en sus esclavos, debido al poder que recibían de esas zonas del ensueño.

HE: Dado este conocimiento que los brujos están ahora distribuyendo al mundo en forma de libros y charlas, ¿no sería la respuesta que nosotros, como sociedad o como especie, comencemos el proyecto de la recapitulación desde la infancia, que los padres enseñen a sus hijos a recapitular, que se sienten juntos a hacerlo, para tratar de romper esta tiranía del yo antes de que siquiera comience?

TA: Sí, podrían romper esa importancia personal antes de que comience, pero no la recapitulación en el sentido de... Bueno, primero el padre o la madre necesita recapitular para servir de modelo, digamos, para el niño. El niño emula la posición del punto de encaje del padre o la madre. Lo que sea el padre, eso es lo que el niño va a copiar y emular. Así que si los padres —especialmente las madres, que están en contacto tan cercano con sus hijos— recapitulan, limpiando algunas de esas áreas de importancia personal, entonces el niño ni siquiera se enfocará en esas cosas: estará haciendo su trabajo, aprendiendo, expandiendo su percepción. No se torcerá energéticamente como nosotros lo hemos hecho por falta de conciencia. Se puede recapitular junto con los hijos, pero es más recomendable limpiar primero tu propia vida y luego servir de ejemplo para el niño, porque ellos no tienen tanto que recapitular.

HE: Claro, yo pensaba que si ellos conservaran su energía original, sin perderla, y empezaran a recapitular desde temprana edad, nunca llegarían al punto en que tuvieran que pasar años recapitulando —sería algo natural que simplemente...

TA: Saldrían al mundo o podrían ver lo que sucede, pero eso realmente proviene de la conciencia de los padres. Si ellos no tienen esa impecabilidad de, digamos, dar afecto sin esperar nada a cambio —no con esa mentalidad de comerciantes que todos tenemos, que es nuevamente una modalidad de nuestra época, en la que siempre queremos algo, “¿qué gano yo con esto?”—, si los padres se aferran a eso, entonces el niño no tiene ninguna oportunidad. Pero si recapitulan y son padres impecables, entonces esos niños serán niños impecables y tendrán lo que don Juan llama “tonales perfectos”; es decir, su ser dentro del mundo de la vida cotidiana será energéticamente fuerte, tendrá una visión positiva y podrá funcionar en el mundo en un nivel energético alto, en lugar de ser derrotado por el mundo y por los desafíos que todos tenemos que enfrentar día a día.

HE: ¿Cómo ves el futuro del mundo en general, considerando que la modalidad de la época es el “pobrecito de mí” y la mentalidad de comerciante que mencionaste? ¿Qué esperanza hay para el espíritu del mundo en general?

TA: Es muy sombrío, en el sentido de que, dondequiera que mires, la egomanía está desenfrenada —y puedes verlo, solo basta abrir los ojos por un momento—, si miramos a nuestro alrededor, lo que hay en la televisión, los medios, lo que encontramos en el trabajo, los mensajes que recibimos a través de los medios y nuestras políticas globales, entonces vemos que el mundo, sus recursos, están siendo agotados, y aun así no queremos realmente cambiar nuestras vidas. Así que es una espiral descendente.

HE: ¿Podría la energía, el punto de encaje del mundo mismo, desplazarse de modo que todo esto cambie en un abrir y cerrar de ojos?

TA: ¿En un abrir y cerrar de ojos? Se necesitaría un cataclismo. Los brujos dicen —ellos ven— que sí, hubo épocas en que el punto de encaje del mundo se desplazó, tal vez en la era glacial o en grandes cataclismos que realmente provocaron un cambio... La Tierra misma llegó a desplazarse sobre su eje en algún momento. Algunos dicen incluso que invirtió su rotación. Claro que todo eso está fuera de nuestro rango conceptual, pero para provocar un desplazamiento ahora se necesitaría una conmoción total para que ocurriera de repente. Sin embargo, puede hacerse de manera gradual. Pero para hacerlo no basta con decir “salvemos la selva tropical” y luego conducir tu Mercedes o construir tu casa con madera o algo por el estilo.

Tienes que empezar por ti mismo, tienes que mover tu punto de encaje como individuo y luego establecer un nuevo arco de intencionalidad, el intento del brujo. Tal como están las cosas, nuestros puntos de encaje están fijos, y ese punto se está debilitando cada vez más, porque la posición del punto de encaje no siempre estuvo ahí en nuestro ser energético, así como tampoco estuvo siempre en el mismo lugar en la totalidad de la Tierra. Se ha desplazado a lo largo de las eras, y puede desplazarse ahora. Y eso es lo que los brujos... eso es realmente nuestra esperanza y la razón por la que nos dirigimos a la gente en este momento: porque sabemos que es posible mover el punto de encaje, y cuando lo haces a nivel individual puedes atraer lo que los brujos llaman una “masa crítica”.

Otros también podrán mover sus puntos de encaje, porque ahora estamos construyendo un nuevo acuerdo intersubjetivo: personas que han recapitulado o que están comenzando pueden decir “sí, noto la diferencia”; o personas que practican los pases mágicos o que comienzan a ensoñar con integridad, sin indulgencia, pueden decir “sí, veo la diferencia en cómo percibo el mundo”. Y eso va formando una nueva intersubjetividad que revitaliza.

Revitalizará al mundo, pero solo si revitalizas tu propio ser energético. Y, por supuesto, nuestros hijos —volviendo a lo que hablábamos hace un momento—, si los padres son seres humanos vitales y fuertes, nuestros hijos también reflejarán eso. Y, regresando al origen, a cómo son concebidos los niños: si son concebidos energéticamente o no. Padres que han recapitulado y movido su punto de encaje y luego tienen relaciones sexuales y conciben un hijo, ese descendiente será energéticamente fuerte. Así todo se refuerza, y puedes cambiar.

HE: Tengo una pregunta antes de que terminemos, se nos acaba la hora, y es la siguiente: en todos los libros de Carlos Castaneda, en tu libro y en el de Florinda Donner, aparece la idea de la telepatía. Uno de los brujos anticipa tu pregunta o comenta acerca del contenido de tu pensamiento.

TA: Sí.

HE: ¿En qué punto del entrenamiento de los brujos se vuelve uno telepático?

TA: En el punto en que aquietas el diálogo interno. Cuando ya no tienes a tu “yo” reafirmándose constantemente en la conciencia, cuando ya no tienes preocupaciones del tipo “¿qué va a pasar conmigo?”, ni te angustias por tu trabajo o por la vida cotidiana; cuando estás en silencio, entonces desarrollas… y, a través de la recapitulación, cuando empiezas a sacudir tu cuerpo energético, desarrollas lo que los brujos llaman “el vidente” en ti —o podrías llamarlo un emisario o la voz del ver—, y eso es simplemente algo que te dice. No tiene por qué ser verbal; es una sensación, como “ah, están pensando esto”, y a veces incluso puedes escuchar los pensamientos de la otra persona.

HE: Fuiste monje budista durante varios años. Acechaste la posición de un monje budista masculino.

TA: Sí.

HE: ¿Esa posición de aquietar el pensamiento interno produce ese mismo tipo de disciplina?

TA: Por supuesto. Hay muchísimas técnicas de meditación, y los monjes de cualquier tradición —no solo budistas, también en el Zen o cualquier otra— tienen como meta aquietar el interior. En mi caso, no, yo ya había hecho la recapitulación antes de todo eso, y también algunas técnicas de no-hacer, así que pude acechar esas posiciones.

Pero eso no quiere decir que si practicas meditación Zen no puedas aquietar tu diálogo interno.

Existen muchas técnicas de meditación que apagan el diálogo interno, pero eso no es suficiente. Eso es algo que quisiera aclarar: tener silencio interno está muy bien, pero ¿qué ocurre cuando vuelves al trabajo y estás rodeado de gente y de un jefe enojado, o en casa con tus hijos y todos gritan? Debes ser capaz de mantener el silencio, la ecuanimidad y la resolución en cualquier situación. Por eso siempre se nos enviaba de vuelta a situaciones laborales o académicas, donde practicábamos aquietar el diálogo interno —no sentados en zazen o en una cueva donde puedes meditar sin interrupciones—, porque sé, y he hablado con monjes budistas, incluso con monjes tibetanos que han venido a Los Ángeles, que me dicen que es muy difícil mantener la ecuanimidad.

Lo mismo pasó en China, cuando los chinos subieron a las montañas donde estaban los templos taoístas y, en cierto modo, los convirtieron en lugares turísticos. Los monjes dicen que ahora que el mundo ha entrado en su dominio, han destruido parte del silencio que habían construido, y es cierto. Pero los brujos dicen: “Construye tu silencio no en la cima de una montaña, sino dentro de ti mismo.” Y eso es lo que significa para nosotros aquietar el diálogo interno.

HE: Creo que tendremos que terminar aquí. Nuestra invitada de hoy en el programa Earth Mystery Show ha sido Taisha Abelar. Ella ha escrito un libro maravilloso titulado El paso del brujo (The Sorcerer’s Crossing); recomiendo mucho leerlo, y también leerlo junto con el libro de Florinda Donner, Ser en el Ensueño (Being in Dreaming), y el de Carlos Castaneda, El arte de ensoñar (The Art of Dreaming). Los tres juntos pintan un cuadro difícil de describir al aire.

Taisha, después de invitar a Florinda Donner a venir a dar un seminario o una charla en nuestra zona, ella dijo que le gustaría hacerlo, y recibimos una avalancha de llamadas y cartas diciendo “avísenme, avísenme, quiero escuchar a esa gente.” Extiendo la misma invitación para ti y para Carol Tiggs. Por favor, pon la intención en tus sueños de venir al área de Grass Valley–Nevada City y dejarnos verte en persona.

TA: Nos encantaría ir allí. Pondremos el intento y...(fin de la grabación)


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